NO SABÍA QUE ESTABA EMBARAZA: NO ES FICCIÓN

Por Kellys Pacheco Guiterrez

Gracias a una corta entrevista, una participante del proyecto Atrévete a soñar Urabá, compartió el relato de uno de sus embarazos, el primero de ellos, cuando tenía 15 años. Fue su abuela, con el respaldo de la sabiduría ancestral, quién descubrió que estaba en estado de gestación por cambios en su estado de ánimo y en el color de su piel “¿Yo, abuela?” fue su respuesta, y ella siguió creyendo que no lo estaba hasta los cinco meses cuando su abdomen se incrementó.  

¿Cómo fue eso posible? La chica recuerda haber crecido sin información sobre sexualidad, tampoco hubo explicaciones sobre métodos de planificación “Cuándo uno es joven hace las cosas y cree que las hace bien”, reflexionó. 

Ella recuerda que era una buena estudiante, tenía buenas notas y quería ser profesora. ¿Qué pasó? No volvió al colegio, terminó por restarle importancia al proceso educativo. Una especie de fastidio, señala. Al preguntar ¿Y si retomas esa idea de estudiar y poder ser profe? Ella vacila unos minutos, todo el tiempo de desescolarización y los asuntos de la maternidad, le han llevado a dudar sobre sí “No sé en qué soy buena, ahora no hay algo que me llame la atención”…

Cuando uno se encuentra con historias como estas se cuestiona si ¿los derechos sexuales y reproductivos deben ser un proyecto de orientación socio-ocupacional? La sexualidad y la reproducción, como parte de la naturaleza humana debe tener espacio en proyectos como este ¿para qué? para informar a los jóvenes sobre su capacidad de decisión, y promover el pensamiento crítico para reconocer las consecuencias que podría ocasionar un embarazo a temprana edad, y principalmente en zonas en condiciones de vulnerabilidad, donde existen barreras para el acceso a información científica y objetiva sobre los cuerpos, sus funcionamientos y sus cuidados, como a métodos anticonceptivos. 

¿Cuántas veces el privilegio nos ha nublado la empatía? Parafraseando a Ita María, muchas veces creemos que todos tenemos los mismos conocimientos o que estamos en las mismas condiciones y desconocemos que existen otras realidades que distan mucho a las propias. Un ejemplo de esto se vivió en un acompañamiento psicosocial grupal en el que se habló de derechos sexuales y reproductivos, los participantes condenaban los embarazos a temprana edad señalando a la persona gestante “Si ella sabe tener sexo, cómo no va a saber cuidarse” asumiendo que la información sobre sexualidad es accesible a todos y otorgando la responsabilidad total a la mujer, posicionando al hombre en un lugar de pasividad que lo excluye de la responsabilidad reproductiva. 

En resumen, esta joven no sabía del cuerpo, no sabía de la reproducción, no sabía de sexualidad, no sabía que estaba embarazada, su desconocimiento la llevó a una situación de vulnerabilidad. Así que por ella y por todas y todos los jóvenes finalizo este relato incitando a la educación para saber, a la educación para decidir. 

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